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Cómo cambié mi vida con la EMF Balancing Technique

Comparto aquí la introducción que escribí para el libro de testimonios que le regalamos a Peggy Phoenix Dubro para su cumpleaños número 70.

Palabras de la Editora

Por Bárbara Partarrieu

(Introducción al libro "Cómo cambié mi vida con la EMF Balancing Technique" -descárgalo gratis aquí )

Todas las historias que van a leer aquí tienen un antes y un después. Son relatos de audaces co-creadores que, al encontrarse con la EMF Balancing Technique®, recibieron un set de herramientas que les permitió transformarse desde lo más profundo y, de esa forma, expandirse hacia la creciente multidimensionalidad de su ser, en la nutriente energía del Amor Infinito. 

Mi caso no es diferente. Antes de la EMF, a mí no me iba mal, sino todo lo contrario. Mi carrera de periodista era todo un éxito y a mis 30 años me encontré en un lugar que no esperaba: era directora de una revista de espectáculos de alta circulación en mi país, Chile. Pero por dentro, sentía un vacío total. Un sinsentido. La sensación de que podía lograr cualquier cosa, pero nada me producía una real satisfacción.

Y una cosa fue llevando a la otra. Empecé a hacer terapia con una sicóloga que me abrió al mundo de la metafísica y me invitó a su grupo espiritual. Allí supe sobre los niños índigo, estos seres que llegaban al mundo con una nueva energía para iniciar el proceso del despertar y uno de los libros que leí decía que había una técnica que armonizaba la energía índigo: la EMF Balancing Technique®.

Aquí, debo confesar que, al principio, no me llamó la atención. Fue mi pareja de entonces quien partió a formarse como Profesional a Uspallata, Mendoza, con un maestro francés de nombre Robert Munck, quien al año siguiente vino a Chile y se quedó con su familia en mi casa. Ahí empezó mi conexión. Robert vino con su señora Sylvie y su hija Clara, y dos maestras argentinas, Marisa Cerra y Graciela Bermejo. Los amé desde el principio y para siempre, pues los reconocí como mi familia espiritual. Era fines del año 2003.

Durante el 2004 hice muchas, pero muchas, sesiones. Me recuerdo deslizando mis manos hacia abajo por la pierna de algún co-creador, desde la parte de arriba del muslo hacia el Centro de Abajo y preguntarme: ¿De dónde sale mi certeza de que esto funciona? ¿Por qué estoy tan segura de que esto es verdad? Paralelamente, iba viendo cambios en mi vida: los enojos frecuentes que tenía desde niña, iban desapareciendo y, a comienzos de ese año, tuve mi última amigdalitis, una enfermedad que me había acompañado año tras año desde que era un bebé.

Pero, el verdadero giro sucedió en el 2005, cuando conocí a mi querida Peggy en Córdoba, Argentina, adonde viajé a tomar la formación de Fases V-VIII y me convertí en Maestra. En una meditación donde nos hizo cantar nuestra nota única, entre los sonidos de los cientos de personas que cantábamos en ese coro multidimensional, yo pude cruzar el velo y sentir de dónde vengo; ese lugar que tantas personas llamaban “Hogar” y que, hasta ese momento, yo ni siquiera sabía que añoraba.

La vida me juntó con Peggy desde el primer momento. El día en que la conocí, fui invitada a cenar con ella y Steve. Sentía un fuerte impulso de hablarle, de preguntarle cosas de manera informal, así como si fuéramos amigas. Pero mi inglés era muy limitado en ese momento, así que me propuse volver a estudiar y estar lista para el año siguiente, cuando nos visitara en Chile.

Algo más me sucedió en ese viaje. Luego de dos semanas de cursos y eventos, no quería separarme de ella. La energía que sentía era como si estuviera recostada en su regazo, bañada en la dulzura del Amor Infinito y pensaba que al separarnos, esa maravilla iba a desaparecer. Para mi sorpresa, me llevé esa energía conmigo, porque no era de ella, sino mía. Peggy, con su resonancia, me había invitado a despertarla.

Podría escribir otro libro con todo lo que ha pasado desde entonces. Les puedo adelantar que resultó bastante bien lo del estudio del inglés porque, a los pocos años, me convertí en su traductora y nos fuimos haciendo amigas. Peggy tomó de mi mano en mis momentos desafiantes y yo tomo la suya, lo más fuerte que puedo, cuando veo que ella transita un desafío.

Peggy es mi maestra, mi amiga, mi hermana mayor y este libro quiere mostrar los tesoros que pueden revelarse, cuando uno experimenta este trabajo que ella creó junto a su querido Stephen Dubro. 

Feliz cumpleaños, Peggy querida. Aquí va una pequeña muestra de los frutos que tu esfuerzo ha cosechado. Lo cierto es que son y serán muchísimos, pero muchísimos más.